Una década emprendiendo: 10 preguntas clave que me plantearía si volviera a empezar de cero
Entre felicitaciones y buenos deseos para el año nuevo y el cambio de década, un familiar comenzó a compartir dónde se encontraba 10 años atrás, cuando el calendario iba a cambiar del 09 al 10.
Y así como cuando alguien dice “manzana” e inmediatamente visualizas una, mi primer impulso fue intentar recordar qué estaba haciendo yo justo hace una década.
Así me hice consciente de que llevo emprendiendo los últimos 10 años, pues fue justo por noviembre del 2009 que comencé con los planes para abrir mi primera cafetería.
A inicios de 2010 me encontraba buscando formas de financiar la inversión, en febrero estaba renunciando a mi trabajo de oficina y abrimos puertas para la Semana Santa de ese año.
Parece hace otra vida.
De verdad, si quieres acelerar tu proceso de autoconocimiento y desarrollo personal, pon un negocio. Estos últimos 10 años han sido un viaje maravilloso, lleno de altos, muy altos, y bajos, muy bajos momentos.
No me voy a poner romántica y decir que “si pudiera repetir todo lo vivido otra vez, lo haría” porque estos años definitivamente me han permitido aprender y reconocer los errores cometidos en el camino. Vamos, las experiencias ganadas nadie me las quita y las agradezco, pero si pudiera volver 10 años atrás y reencontrarme con Ale una década más joven, habría muchísimo que me gustaría poder compartirle para que quizás hiciera las cosas un pelín diferente.
Lo más interesante es que no abordaría a la Ale de hace 10 años con una lista de tácticas o estrategias, más bien le daría una lista de preguntas para que reflexionara antes, durante y después de actuar.
A continuación, te comparto:
Las 10 preguntas clave cuando emprendes desde cero
que me hubiera encantado plantearme cuando emprendí hace una década.
Las primeras 5 son un tanto más introspectivas y las últimas 5 son un poco más prácticas, ambas cualidades bastante necesarias para emprender.
1. ¿Qué estilo de vida quieres construir?
Esta es la señora pregunta clave más clave de todas y puede ser guiada por otras preguntas relacionadas, por ejemplo:
¿Cómo quieres que luzca tu rutina diaria?
¿Para quiénes deseas tener tiempo libre todos los días o todas las semanas?
¿Para qué actividades deseas tener tiempo libre todos los días o todas las semanas?
¿A qué hora quieres despertar y a qué hora quieres irte a la cama?
¿Es importante para ti tener los fines de semana libres?
¿Es importante para ti tener tiempo libre para viajar?
¿Cuál es el costo de los hábitos que deseas mantener en tu día a día?
¿Deseas vivir una temporada en otra ciudad o país?
Verás, la idea de poner mi primer negocio surgió de la suma de dos razones primordiales: mi sueño de tener un lugar donde mis amigos cantautores y yo pudiéramos presentarnos y mis tremendas ganas de botar mi trabajo de oficina que me hacía más infeliz con cada día que pasaba.
Sin embargo, aunque eran dos razones de peso muy válidas para mí por aquellos años, no me brindaron un “por qué” que me ayudara a guiar mis decisiones.
Sin darme cuenta de cómo, de pronto ya estaba metida en un bucle de jornadas laborales extremadamente agotadoras, pagos a proveedores que parecían no tener fin, responsabilidades con mis empleados que sólo aumentaban y una lista de compromisos familiares en los que había brillado por mi ausencia.
Y obviamente, podría contar con los dedos de una mano las veces que logré hacerme el espacio para cantar en mi propia cafetería.
Si desde un principio me hubiera cuestionado cómo quería que lucieran mis días, y lo que era necesario para lograr ese estilo de vida, seguramente habría subido los precios de mis productos, habría sistematizado y delegado más tareas y me habría ido separando de la parte operativa del negocio lo antes posible.
La forma en la que operaba el negocio, más por inercia que por estrategia, simplemente no sostenía el estilo de vida que yo quería. En ese momento no se sintió tan claro como decir “este no es el estilo de vida que deseo”, simplemente me sentía muy agotada, agobiada y abrumada… En resumen, mi día a día me iba consumiendo como a fuego lento.
Fue difícil poder verlo, volverme consciente de que el origen de mi malestar era que mi negocio estaba completamente fuera de sintonía de la vida que yo quería para mí.
Y es que me encanta manipular la cafetera para extraer un buen expresso, pero siendo bien honesta, no era mi plan de vida.
Lo que me lleva a la siguiente pregunta que me hubiera gustado hacerme:
2. ¿Dónde quieres estar en 10 años?
Es difícil visualizarse a tan largo plazo y, a la vez, aquí estoy toda una década después, haciendo el recuento de cómo fue dejar mi último empleo estable para subirme a la “montaña rusa del emprendedor”.
Estoy segura de que de haberme planteado esta pregunta hace 10 años, mi respuesta no habría tenido nada que ver con lo que hago actualmente. Y si me lo cuestiono ahora, seguramente a mis 42 tampoco estaré haciendo exactamente lo que sea que me imagine hoy.
Ese no es realmente el punto de esta pregunta.
La idea es plantear las expectativas que tenemos a largo plazo, para después compararlas con las acciones del presente y así ser capaces de evaluar si, de alguna manera, estas acciones realmente nos acercan a lograr los objetivos deseados a largo plazo
Las oportunidades que se presentarán en el camino quizá no sean lo que imaginamos, quizá tengamos que pivotar en algún punto o sintamos la necesidad de reinventarnos, sin embargo, tomaremos decisiones más acertadas porque hay un idea de a dónde queremos llegar.
Si 10 años te parece demasiado, puedes plantearte 5 años, simplemente mantén los pies en la tierra y recuerda que 5 años no son tanto en la vida de un negocio. Hay que preparar la tierra, sembrar y cultivar con paciencia antes de poder cosechar.
Hacerme esta pregunta habría evitado que me aferrara a una pareja y a un negocio de los que ya me había separado por completo meses o años antes de animarme a ponerles fin.
3. ¿Qué te dice el instinto?
Esta es otra pregunta que me hubiera encantado darme permiso de plantearme más seguido en el pasado. Digo darme permiso pues puede parecernos un acto egoísta callar las voces externas para darle prioridad a nuestra propia voz.
Muchas veces, las respuestas ya viven dentro de nosotros y no nos permitimos escucharlas porque estamos muy distraídas escuchando la opinión que cualquiera quiera darnos. Y, créeme, cuando tienes un negocio TODO EL MUNDO TIENE UNA OPINIÓN, y muchos te la “facilitaran” sin que tú la pidas.
Es mega importante estar pendiente del feedback de tus clientes, está bien escuchar a los expertos de tu industria y es muy enriquecedor compartir con colegas y emprendedores, sin embargo, que este input nunca sea recibido a costa de callar tu instinto.
4. Esto que te dices a ti misma, ¿se lo dirías a alguien más?
Creo que no me pasa sólo a mí si digo que en muchas ocasiones somos incapaces de tratarnos con la misma empatía y compresión que brindamos a nuestros seres queridos. Si somos capaces de brindar consuelo y palabras de ánimo y paciencia a los demás, ¿por qué no a nosotras mismas?
Comenzar el día agradeciendo todo lo bueno que ya existe en nuestra vida, puede ayudarnos a juzgar de forma menos severa aquello que todavía no funciona tal y como nos gustaría.
Y como práctica adicional, siempre que sientas que has cometido error garrafal recuerda que, al emprender, esto es algo que pasa todo el tiempo, que así llegan los mayores aprendizajes y, sobre todo, para el tren de la auto-exigencia y pregúntate: “Esto que me estoy diciendo, ¿se lo diría a alguien más?”. Lo más probable es que en la mayoría de los casos no te atreverías a decirle a otros las cosas que te reprochas a ti misma.
5. ¿Realmente puedes sola?
Ya sabes, ese tipo de persona a la que le preguntas algo y te dice: “deja que yo lo hago”… Bueno, pues cuando se trata de mi negocio (y de mi casa) así soy yo. Me cuesta hacer las cosas de otra forma que no sea por mí misma pues tiendo a sentir que los demás no lo harán igual de bien que yo o prefiero ahorrarme la explicación y simplemente resolverlo rápidamente.
Esto ha desesperado a más de uno a mi alrededor, pero sobre todo, me arrastra fácilmente al punto del burn out.
Pasa que no, no podemos con todo solas.
En mi negocio de cafeterías implicó que poco a poco me abriera a la idea de contratar más personal para darme cuenta de que había gente que podía hacer ciertas tareas, de hecho, bastante mejor que yo.
En mi negocio freelance actualmente aún no puedo permitirme contratar a alguien, sin embargo he delegado parte de la limpieza de la casa que era un tema que me distraía bastante.
Lo más importante, pertenezco a un grupo de Mastermind fantástico conformado por mujeres apasionadas y determinadas que me han servido de compañía y espejo.
Verás, así como me cuesta delegar, me cuesta 3 veces más abrirme cuando algo va mal con el negocio. Contar con este Mastermind, además de brindarme el un espacio seguro para compartir mis problemas con gente que realmente los entiende (porque esto de hablar sobre embudos de venta y automatizaciones, no es con cualquiera), me ha brindado la invaluable oportunidad de recibir una perspectiva fresca y experimentada de mi negocio.
Te lo digo como la soloemprendedora que soy que el camino es muchísimo más llevadero si no vas sola.
6. ¿Cuál es el plan B?
Cuando emprendo, es como que me tiro de cabeza a la piscina. De pronto, todo mi mundo gira en torno a esa nueva idea o nuevo proyecto, pues disfruto a montones la parte creativa que implica esta etapa.
Sin embargo, pocas veces en el pasado he parado para cuestionarme qué pasaría si las cosas no salen como espero. Como resultado comienzo a abordar el asunto con cierta desesperación y preocupación.
En más de una ocasión, contar con un plan B me habría permitido hacer las cosas de forma más relajada y fluir con el proceso.
No quiere decir que por contar con un plan alternativo dejaremos de poner todo de nuestra parte por cumplir el plan A, simplemente es saber que el mundo no se detiene si las cosas no resultan cómo y/o cuándo esperamos.
Por ejemplo, el mes pasado tenía ciertas expectativas y necesidades de ingresos que planeaba solventar con mi plan A. Sin embargo, por distintas circunstancias, era complicado llevar a cabo el plan. Entonces eché mano del plan B, que me entusiasmaba menos pero era más realista y superé los ingresos que esperaba en el mes. Esto no significa que dejaré de lado el plan A, solo que actúe de manera más conveniente para las circunstancias y fluí con la forma en que el mes se iba presentando para lograr aún mejores resultados de lo esperado.
7. ¿Cuál es tu propuesta de valor?
-¡Daaaaah! Obvio Ale, ¿cómo no te vas a cuestionar eso?
Quizá sea muy obvio pero nop, no me lo cuestioné al emprender por primera vez, más o menos tuve una idea al emprender por segunda vez y lo definí con claridad ya bastante entrada en mi tercer emprendimiento.
Lo más curioso es que no es tan complicado si le dedicas un rato de tus neuronas al asunto. Se trata de poner en palabras simples (mientras menos formalidades y términos complejos, mejor) lo siguiente:
Yo hago X = especialización, servicio o producto
Para ayudar a Y = sector del mercado con un problema o necesidad específico que tú puedes resolver
A que puedan lograr, hacer, sentir Z = la solución que ofrece tu servicio o producto al problema o necesidad
Muchas veces nos quedamos con una o dos partes de la ecuación.
Conocemos de cabo a rabo las características de nuestro servicio o producto y tenemos idea de a quién nos dirigirnos pero nos falta verbalizar los resultados; o sabemos qué ofrecemos y los resultados que pueden alcanzar nuestros clientes pero no tenemos claro el sector específico del mercado al que debemos dirigirnos.
Es una cuestión de experimentación, prueba y error, y por lo mismo, cuanto antes me hubiera hecho esta pregunta, mejor.
8. ¿Quién es tu cliente ideal?
Si llevas un ratillo en entro del mundo de los negocios digitales y/o del marketing, seguramente el concepto del cliente ideal ya te es familiar. Sin embargo, en mi caso, la primera vez que emprendí, lo hice sin ningún tipo de mentor o guía y, obviamente, esta idea ni siquiera figuró entre mis preocupaciones.
Operé mi negocio bajo la creencia de que lo que yo ofrecía era para todo aquel que se parara por mi local.
Con un modelo de negocio como el de una cafetería, es relativamente posible lograr cierto tipo de éxito pese a no contar con un cliente ideal definido, sobre todo si lo comparamos con un modelo de negocio freelance o si se trata de un negocio completamente online. Aún así, carecer de un perfil de cliente ideal sólido me hizo perder grandes oportunidades de sobresalir de entre la competencia, de ofrecer una experiencia mucho más única y de crecer.
Por suerte, cuando emprendí online, contaba con la guía de Marie Forleo a través de su programa B-School y rápidamente me di cuenta de que sin hacerme esta pregunta no lograría llegar muy lejos en el mundo digital.
El perfil de mi cliente ideal se ha ido transformando y enriqueciendo en la medida que voy ganando experiencia.
Puedo casi asegurarte que difícilmente será un ejercicio que puedas realizar el día 1 y dejar intacto, sin embargo, en mi caso ha significado una diferencia de 180º contar con este perfil como guía para crear mejores contenidos, servicios y productos.
9. ¿Cuál es tu plan de marketing?
Recién comenzaba a documentarme sobre cómo construir mi carrera freelance, leí la experiencia de una fotógrafa que compartía que ella dedicaba sólo el 20% de su tiempo a desenvolverse en su profesión… El otro 80% estaba dedicado al marketing y la administración de su negocio.
Whaaaaaaat???!!!
No me lo podía creer, me parecía completamente desproporcionado.
Un par de años más tarde, me doy cuenta de que su planteamiento no estaba tan descabellado.
Dependiendo de la estrategia de marketing que elijas, es cierto que la proporción puede variar. Si la forma en que te promueves es mucho más presencial, como haciendo networking, por ejemplo, seguramente tendrás que dedicarle más horas al asunto. Si construyes canales de comunicación ever green como un blog o un canal de Youtube, e implementas email marketing, quizá puedas desprenderte un poco más del tema.
Lo cierto es que los prospectos y los clientes no van a caer del cielo nada más porque abriste las puertas de tu local o creaste un sitio web. Para alcanzar visibilidad, generar prospectos y ganar clientes hay que contar con un plan de marketing, y uno que sea mucho más intencional que postear algo random en redes sociales de vez en cuando.
10. ¿A qué hora dejas de planear y comienzas a ejecutar?
Esta pregunta también es clave de los más clave. Me la hago siempre que necesito espabilarme un poco.
Es muy fácil quedarnos en nuestra zona de confort sin tomar acción usando como pretexto que estamos en la etapa de planeación. Pero, ¿realmente cuánto tiempo puedes pasar planeando algo?
La experiencia se gana lanzándote al ruedo, no tomando notas.
Claro que es importante trazar una estrategia, fijar fechas y contar con una ruta para ir del punto A al punto B. Sin embargo, esta pregunta tiene como intención darte una palmadita en la espalda para que seas bien honesta contigo misma y que evalúes si de verdad estás creando un plan que cuenta con un proceso y una fecha de ejecución… O si realmente sólo estás procrastinando y contándote historias de por qué aún no es momento de dar el primer paso.
He estado ahí, lo digo con toda la empatía del mundo, lo que realmente quieres llegará como resultado de tomar acción.
Pues ahí las tienes, 10 preguntas clave que hoy en día me sirven como herramienta para enfocarme en objetivos y canalizar mis acciones. 10 preguntas que sólo la experiencia ha podido brindarme y que me hubieran servido a montones hace 10 años, cuando la brillante idea “voy a poner un negocio” se encendió como bombilla en mi cabecita loca para nunca volver a apagarse.
¿Resonaste con alguna? ¿Tienes preguntas guía que te impulsen en tu negocio? Cuéntame en los comentarios.
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Te mando un fuerte abrazo,
nos encontramos muy pronto
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